lunes, 10 de mayo de 2010

Respuesta en blanco.

Las heridas cicatrizan, pero las marcan quedan.

Es tan cierta esa frase... lo pensé mientras me miraba atentamente el brazo. Tengo un moretón que no sé de dónde salió, pero está ahí, y es bastante extenso y multicolor. Me di cuenta de que lo tenía solo porque me saqué el polerón y una amiga lo vio. Si no... aún seguiría en el anonimato. Y así seguí mirándome. Acostumbro a hacerlo, no por narcisismo, sino por llevar un control de quién soy y qué estoy haciendo con mi cuerpo. Y entonces lo pensé. Las heridas cicatrizan pero las marcas quedan. Silenciosas para atacar en el momento menos esperado. Ese momento en el que las palabras escurren como una lluvia sin final. Cuando sabes la intención comunicativa, pero no tienes las palabras para expresarlo. Ahí te acuerdas de que tienes marcas dentro y fuera de ti.
Interesante.
No sé hasta qué punto, pero es interesante como cada día descubro que en la vida todo tiene una organización tan lógica y tan perfectamente ordenada que me sorprende y no me agrada del todo. ¿Dónde quedan las casualidades? No existen. En este mundo y para nosotros simplemente no existen.
Simplemente nos queda ser nosotros, con nuestras marcas y cicatrices, con nuestros miedos y seguridades. Con nuestros hasta nunca y nuestros bienvenido a mi vida.
A veces se transforma en siempre.
Nunca se transforma en quizás algún día. ¿Podría la vida ser más incierta, y a la vez más lógica y estructurada?
Mis pobres neuronitas, saturadas, ya no comprenden.

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