domingo, 23 de mayo de 2010

Love&Hate

Del amor al odio hay un paso. Te odio pero te quise.
No sirvo para fingir. Esa es la mejor respuesta que puedo darte.
Que he cambiado, que ya no te veo. No sirvo para fingir. Lo sé porque me conozco. Lo sé porque nadie sabe más de uno mismo que ese yo interno llamado conciencia. La herida está sangrante todavía, en proceso de cicatrización. Pero el problema es que la herida fue tan profunda, que ahora busco cualquier método de que esta no vuelva a abrirse. Por eso soy así. Porque no sirvo para fingir. Puedo fingir con cualquiera, pero no me pidas que lo haga contigo porque... es algo que me supera. No puedo evitar odiarte. Peleo día a día con esto, sé que no está bien, que me afecta más sentir toda esta mierda. Pero me heriste de la peor manera, porque te lo entregué todo y tú prometiste devolvérmelo. Nunca llegó. Nunca llegaste.
No sirvo para fingir. No puedo mirarte a los ojos fingiendo que nada ha pasado. No puedo mirarte sin recordar todas las noches en las que me desvelaba pensando en ti, todos los días sin final en los que me quedaba sin lágrimas, en los que me convencía a mí misma de que había otra salida, y me ponía de pie pero entonces te aparecías con tu mierda y no me lo permitías. Tus manos son repugnantes ahora, manos que solo sirven para herir, caricias con un filo inimaginable. Caricias que buscan la posesión por placer y no por amor. Tus brazos se enfriaron, y los míos se vuelven rígidos, ya no pueden corresponder. Antes una caricia era una descarga eléctrica inexplicable. Ahora... una caricia me paraliza y me recuerda que todavía tengo una herida en el interior tratando de sanarse.
¿Y que acaso no te das cuenta de que ya no quiero tus palabras? ¿No te das cuenta de que si de mí dependiera, no te volvería a ver en meses?
Aléjate. Aléjate, daño hecho persona. Aléjate que me matas, aléjate que sabes lo que haces sin embargo no eres capaz de tener conciencia de lo que hiciste. De que siempre supiste la verdad pero no quisiste afrontarla. De que fue más cómodo voltear en vez de limpiar la sangre que me hiciste derramar.
Los besos ya no contienen brillo labial, ahora contienen sangre. Las caricias son afiladas, mi interior se reconstruye poco a poco. Que he cambiado... no. No he cambiado, soy la misma, solo que te llevaste lo mejor de mí y ahora estoy herida. No me conocías así, ¿Cierto? Y dirás que aún no me conoces además. Dirás que nunca te diste cuenta, cuando en tu subconciente sí está presente todo lo que hiciste. Sabes que tienes demonios en el interior pero jamás lo admitirás. ¿Es necesaria tanta ficción mental?
Me repugnas. Me da asco pensar que algún día quise un final feliz contigo, que soñé con nosotros y un camino común. Me doy vergüenza cuando pienso que quise estar contigo. Ya no quiero tus manos, por favor aléjalas de mí, porque estas están sucias y marcadas con sangre ajena. Aleja tus palabras cortantes, aleja tus brazos, simplemente aléjate.
Porque a pesar de que ahora te odio con un rencor inevitable, también recuerdo y sé, avergonzada, que algún día te amé.

No hay comentarios:

Publicar un comentario