miércoles, 31 de marzo de 2010

Vanidad.

Encontré un lugar, donde estar bajo la lluvia era agradable, donde habían árboles. Me dijeron que una vez que entras a ese camino, no sales. Pero el camino se veía más fácil que los demás, por lo que entré de todas maneras... El camino a la vanidad, el camino fácil a la autoaceptación.
Estaba advertida, 'búscate un mejor camino'... pero no. Yo opté por este... y ahora el espejo es mi peor enemigo, mi reflejo es mi sombra. ¿Cómo?
La vanidad es complicada. El camino a la autoaceptación lo es. Me cuesta, es una de las cosas que más me cuesta.. no puedo evitar mirarme al espejo y pensar que este se va a romper con mi reflejo, que es como si una guillotina le fuera a caer desde muy arriba, y lo fuera a cortar.
Peor que caer inconciente, es caer conciente. Es saber en lo que estás metiéndote pero no ver más allá del ahora. Sé que puedo hacerlo. Sé que si me lo propongo, mataré a esa guillotina imaginaria que rompe el espejo, mataré a la ilusión óptica de ver cualquier cosa menos lo que soy... pero hasta qué punto. Hasta qué punto puedo cambiar algo que llevo impregnado hace tantos años.
La gente se está dando cuenta de que camino por las sombras. Yo no quiero esto, yo no quería. Y ahora quiero salirme, pero no sé como si ya llegué al punto crítico. Las piezas no se me acomodarán en la cabeza ni con un terremoto grado cien. No se me van a acomodar porque... la distorsión sigue. La vanidad se me aparece, y cada vez que se aparece, puedo observar el suelo con sangre desde cerca.

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