domingo, 26 de agosto de 2012

Retroceso.

Me gusta escuchar música con gritos porque cantando esas canciones siento que algo en mí se calma, quizás sea odio, quizás los recuerdos, o quizás simplemente vomito la tristeza contenida por tanto tiempo y que se supone que debió haber desaparecido hace años. Y ese es precisamente el punto, creí que podía sobrevivir con mi música, mis dibujos, mis novelas, mi filosofía y los momentos de meditación. Pero resulta que no. Anoche, con algo de alcohol en el cuerpo me alejé del grupo, y me vi desde afuera. Y no era yo, era la niña de trece años que se teñía el pelo negro, que llevaba una carga pseudo-karmática que nunca decía adiós. La de pelo corto, la de la polera de Avenged Sevenfold, la que estando en los huesos quería seguir bajando de peso, la que sentía un gran dolor por un motivo simple: la pérdida. Cuando la vida no te da nada, vives gris, nunca conoces el éxito pero tampoco la derrota suprema. Duele cuando lo tienes todo y por tus propios errores lo vas perdiendo, paso por paso. Eso le pasó a la niña de trece años que buscaba un ruido estridente que saliera de sus audífonos. Ella debió saber que el agua de la tormenta seguiría subiendo hasta ahogarla. Peor aún, la joven de dieciocho debió haberlo dado por hecho, debió ser un hecho, quizás un supuesto, no una opción poco factible. ¿Nunca dirán adiós las preocupaciones estúpidas? La de dieciocho vio viva otra vez a la de trece, tenían muchas cosas en común, pero nunca se sintieron tan similares como esa noche. Y la de dieciocho se metió dentro de la de trece e intentó acabar con ella de una vez por todas. Pero no era la de trece con la de dieciocho dentro, era la de dieciocho, sintiendo lo mismo que hace cinco años, haciendo lo mismo, la misma solución estúpida. No lo pensó, simplemente lo hizo, y cuando se dio cuenta de sus actos, no pudo hacer más que llorar. Cinco años de esfuerzo para... ¿Nada? Se suponía que ya todo estaba bien... Por Dios, ¡Todo era parte del pasado! ¡Ya no debían haber réplicas de ello!
Y no puedo dejar de pensar en ese episodio... no puedo. Tengo miedo, no quiero... no sé, no puedo decir "no quiero caer en eso nuevamente" porque siento que de una u otra manera ya caí en ello otra vez, quizás por motivos distintos, de formas distintas, pero cinco años no fueron suficientes... ¿Qué lo será? ¿Toda mi vida? ¿Es a ello a lo que tendré que dedicarme? No valió nada... todo se perdió, porque quizás sí logré superarlo, sólo que después me pasaron cosas peores, y es como un círculo vicioso. Un círculo que necesita una gran metamorfosis para deshacerse.
Y ya no sé. No quiero pensar en ello. Pero tampoco puedo dejar de hacerlo. Asi es que encontraré una respuesta en lo que grita un artista en su canción. Encontraré una distracción en su voz, en sus ideas, él grita lo que yo quiero gritar. Y aunque esté a kilómetros de distancia, me entiende.
Bueno, ya qué. Vamos a seguir intentando, ¡Quizás llega un milagro y consigo se feliz en cien años más!

1 comentario:

  1. Tan lleno de sentimientos hace este escrito algo hermoso, pero a la vez impacta en nuestros labios al leerlo y nos duele el corazón, el echo se contrae y solo dan ganas de levantarse a pesar de todo, ánimo y mucha fuerza!, espero se encuentre bien, si no, sé que es lo suficiente fuerte para lograr sonreír pese a cualquier tormenta, cuídate, como siempre, tus escritos me reconfortan y hacen volver a sentirme de una forma diferente. (: <3

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