viernes, 16 de septiembre de 2011

Not enough.

Sí, he vuelto a mi blog. Siempre vuelvo a él, curiosamente. A veces creo que lo que necesito para volver a sentirme bien es expresarme sin que me digan nada, o que me digan lo que quiero oír. En este caso, escribiendo me respondo a mí misma y sé lo que quiero. Por ende, problema resuelto. Es eso lo que me hace volver aquí. Además seamos sinceros... a nadie le importa una mierda lo que el resto sienta. Son muy pocos los que se preocupan en serio... y ya no quiero pensar en quién sí y quién no. Mejor converso conmigo misma. Siempre llego a conclusiones oportunas. Y oigo lo que quiero oír.
En este caso, busco saber qué tengo de malo. Hay algo en mí que no está bien. Y es precisamente que quizás no encuentro qué es lo que no está bien. Naturalmente, debe haber algo, es simple: una defectuosa capacidad de arruinar situaciones. Piensas en lo mejor para todos, y todo te sale al revés, y quedas como la peor persona de la vida, por usar algo de hipérbole. Sí, es necesario aclarar que siempre mis comentarios tienen algo de retórica en ellos. Nunca falta la gente que toma todo en serio. Y bueno, tampoco me interesa. Escribo para mí, y yo me entiendo, y fin del problema. Y debo usar más conectores que y, pero es que escribo sin pensar y me importa una bolsa llena de basura y mosquitas alrededor. Bueno, el punto es eso. No dormir bien pensando en cómo solucionar las cosas, en cómo ser como todos quieren que seas y siempre arruinar todo con una acción pequeña y evitable. Y que nadie valore que intestaste, por supuesto. He ahí el problema. Todos me dicen cómo quiero y amo tanto a mis seres queridos y es simple: sé que no hacen las cosas con mala intención. Pero no... a veces no sé si es una discapacidad no valorar los esfuerzos del otro o si es simplemente un defecto humano como cualquier otro. O quizás el problema es mío. Y siempre llego a la misma conclusión: sí, el problema es mío. Etiende Michelle: el problema no es tuyo, tú intentas hacer lo mejor que puedes, tú tratas de hacer feliz a quién se te cruce por delante: no es tu maldita culpa.
Entonces qué, ahora soy ineficaz. Claro, por no ser capaz de lograr lo que quiero. Y ahora soy idiota por haberme engañado tanto tiempo y ahora soy estúpida por no saber qué hacer.
Pero he encontrado quizás el centro del problema. Nunca estaré conforme con lo que soy. Aspiro a demasiado, acepto muy poco. Me frustro fácil. En el fondo, entonces, el problema sí es mío. Debo trabajar en ello. Aunque sinceramente, me parece más interesante estudiar el mecanismo anaeróbico de un procariota que el funcionamiento de mi cerebro. Entonces, Michelle, ándate a estudiar. Supéralo: nunca estarás conforme contigo aunque llegues a ser lo mejor, aunque logres entender muchas cosas. Dedícate a estudiar, en una de esas, logras algo en la vida más allá de terminar en una esquina intentando hilar de forma limpia tus pensamientos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario