Siente que está cambiando otra vez, y piensa que Robert Smith mintió: los hombres también lloran. Lo hace desde que se convirtió en un personaje de la novela de Anne Rice.

Ella y él se juraron amor eterno, pero no fue nada tierno si esa voz que le hablaba venía del infierno. Respiran, viven, intentan no morir en el intento.
Que sátiro resulta 'intentan no morir' cuando, ni aunque quisieran, podrían.
La eternidad no existe, pero ellos se acercan bastante. Bueno, debo corregirme, realmente ellos son la eternidad. Lo son por ahora, pero... ¿Qué pasará cuando ella se entere de la verdad?
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