El día en el que te convertiste en un extraño para mí fue aquel en el que rompiste las promesas que antes habías hecho. Las calles cambiaron de rumbo y el cielo cambió de color. Todo el cariño pregonado fue una mentira, tú pretendes que yo olvide y siga mi vida. Lo estoy haciendo poco a poco, debo ser más fuerte que ese monstruo de mentiras que vive en tu interior, un entrañado de pensamientos fríos y calculadores. Pero no llores, no digas que fue mi culpa, que exagero o que en realidad sí eres bueno. Ambos sabemos que nunca me quisiste, peor aún, decías ser sincero y nunca tuviste las pelotas para admitirme una verdad.
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