Eventualmente podrían existir un millón de vibraciones que nunca nadie
notó, no frecuencias elevadas de la quinta dimensión o algo por estilo,
frecuencias del ahora, de nosotros, del ego que nos envuelve. Siempre que trato
el tema se me desbastan un poco las palabras, sé que hay algo en mí gritando
que hay cosas que la gente debe deducir por sí misma, que no hay que ir y
decírselas, pero no lo haré. Confío en la sensibilidad de cada persona para divisar
ese “no sé qué”, después de todo, según el test de Rorscharch no tengo
esquizofrenia así es que hay muchas cosas que de verdad deben existir. Nótese
la ironía. Pero insisto, no vengo a hablar sobre esas frecuencias, sino las del
ego, las de nosotros, las del aquí, ahora, las que vemos, las que todos
sentimos.
Eventualmente podrían existir mil señales en la vida, todo son señales,
pero nosotros estamos encerrados en un mundo refractario, en un cubo cuyo
tamaño varía pero sigue siendo un lugar cerrado. Podría haber tanto, “mientras
no decidas, todas las opciones siguen siendo posibles”. Es el único punto que
me siento capaz de cuestionar… Y si te quedas estático, sin decidir, no todas
las opciones siguen siendo posibles… Hay algunas que se despliegan sólo una
vez, y que no volverán, que son posibles por un segundo y que no las tomamos
porque ni siquiera somos capaces de verlas. Y creemos que no hemos decidido, y
por tanto aún podemos hacer lo que queramos, pero nos equivocamos: se nos
presentó una oportunidad, y al no verla, inconscientemente tomamos la decisión
de dejar escapar a esa opción. Alguien más la tomará, por cierto, como los
deseos y las esperanzas que dejamos ir por el pesimismo. Siempre alguien más
las encuentra, las aprovecha, las acoge y toma un rumbo que podría haber sido
el tuyo. Entonces, consciente o inconsciente, nuestra vida se compone de
decisiones, que no seamos capaces de ver qué es lo que estamos decidiendo
muchas veces es un tema distinto a que todo siga siendo posible. Las
posibilidades son variadas, las hay eternas, las hay efímeras, nunca es
demasiado tarde para las decisiones visibles, no para las que pasamos por alto,
porque ellas se van.
No sé bien cuál es la gracia de cuestionarlo todo, sería más feliz si
dejara de hacerlo, creo, pero no puedo evitarlo. No me agrada ver a algunas
personas que dicen “mientras no decida todo sigue siendo posible”, porque
mientras no decidas las mejores posibilidades se te hacen invisibles y pasan,
haciendo que al tener que decidir por la fuerza y bajo presión no siempre tomes
la decisión más acertada.
Ahora, aprender a lidiar con tus decisiones es un tema aparte, ¿Y si creer
que no decidimos mientras sí lo hacemos fuera sólo un manifiesto de nuestra
debilidad?